Cuando una persona se introduce en una librería y se interesa por una colección de libros encuadernados en piel o con una portada de un diseño agradable a la vista, sin importarle su contenido, está utilizando al libro como un objeto de consumo. En las sociedades actuales, la burguesía y la clase media padecen tan diversas alienaciones que una de sus necesidades más manifiestas es la adquisición desmedida de objetos que en una gran mayoría de los casos les son totalmente innecesarios. El libro no podía escapar de las garras de ambas clases sociales, y aun cuando en algunos casos las editoriales complazcan a ese público consumidor, en general el libro es totalmente ajeno a esta utilización.
Los libros considerados como objeto de consumo tienen tres funciones: como inversión, como elemento decorativo o como símbolo del poder adquisitivo de una clase social. Estos usos no se dan nunca separadamente, sino que se entrecruzan y combinan.
La definición de libro objeto es apodíctica (es decir se acepta o se rechaza, valga decir que no es mia) sin embargo al final el consumidor es quien decide hacer lo que le place hacer con su dinero y el juicio de valor que le da a ello.
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